Opinión: Canal 1, Lo que pudo haber sido y no fue
Pink Sauce nos trae un análisis completo de la apuesta del nuevo Canal 1. Con su estilo y sus palabras, nos cuenta sus impresiones.
14 de agosto de 2017: Tras meses de una programación transitoria, el Canal 1 post –licitación del 2016 ha salido a la luz.
Tras la instalación de la televisión privada en nuestro país, lentamente el Uno se volvió ese canal denostado, hortera, cuyo único atractivo eran los informativos, pero que fue cayendo y cayendo en el sótano del rating hasta llegar a escasamente llegar a menos puntos de rating que su propio nombre.
A una semana de todo ello, comencemos el análisis de las propuestas del “nuevo” Canal 1 precisamente por sus informativos: CM& y Noticias Uno se integraron a la programación, sin perder su esencia y enfoques. El primero hizo un lifting a su imagen tradicional y pasa al horario de las 9 de la noche, donde debe competir con los infumables melodramas de los privados de ese horario. Ellos dicen que es su forma de huir al “efecto espejo” de los privados. Yo a veces creo que nadar contra la corriente puede resultar contraproducente.
Noticias Uno; por su parte, tiene sumas y restas: Suma con la llegada de Mabel Lara (aunque Carolina Oliver lo hacía muy bien), pero resta con Cristina Hurtado, quien no muestra evolución alguna a lo que hacía en RCN. Ahora llegan al Uno noticias intrascendentes y chismes de poca monta como el reclamo twittero que hace Diego Trujillo de una lavadora.
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Ahora se plantean otros espacios fijos como lo son Primera emisión, Primera Hora y Noticias del mediodía. En todos ellos, la omnipresencia de Ivan Lalinde, que trata de cambiar de registro, dejando la conducción de programas de entretenimiento, como la tuvo en Caracol, pero a mí no me termina de convencer. En el primer formato, donde está solo, se le vio que el directo de noticias serias no es lo suyo. En el segundo comparte escena con Silvia Corzo, Margarita Ortega, Lucho Garzón y Adrian Magnoli. Tratan de manejar un estilo de mesa de trabajo radial y ahí es donde se les nota atropellados, sin sincronía, como una reunión de gente echando cháchara por tres largas e insufribles horas.
Primera hora cansa a la vista, marea tanta opinión al mismo tiempo, no propone nada nuevo. Las noticias del mediodía, donde Lalinde es acompañado de Gina Acuña y una anodina presentadora de farándula, por el contrario, me gusta por su fluidez, sin sesgos ideológicos como en RCN ni la duración kilométrica como en Caracol. Finalmente, A las 12 flaquea por la cero química que tienen con el televidente sus presentadoras, Yalena Jácome y María Fernanda Navia. Más que un noticiero, es una revista informativa que no aporta mucho. Yo la replantearía.
Pasemos a los magazines: Una crítica permanente que tuvimos es que iba a haber una sobrepoblación de ellos: Acá entre nos, Venga Le Cuento y La Titular. 13 personas en tan solo 3 espacios ¿Mucho cacique y poco indio? Tal vez. Los dos primeros podrían hasta fusionarse y casi nadie se daría cuenta, porque no plantean nada nuevo, distinto a ser simples magazines de sofá, solo que el primero va de lunes a viernes y el segundo los fines de semana y festivos. El grupo Larrazábal-Marín-Morán-Soto parecen 4 amigos armando recocha y echando cháchara frente a una cocina, e invitando a las mismas personalidades del canal. En el grupo de Cepeda-Mayorga-Uribe, cansa la vista tanto colorinche, tanta noticia irrelevante y el televidente se siente viendo una copia low cost de La red; pero más cansa el mal gusto “humorístico” de Liss Pereira, Tato Cepeda y Santiago Rendón.
El tercero es especializado en deportes, y tiene tanto tufillo a otros productos extintos como La telepolémica, Fuera de Lugar o Cancheros, que desde ya pongo cronómetros en ceros antes de ver a la presentadora femenina del espacio en traje de baño. Asumamos algo: siempre que se hacen magazines deportivos en Colombia, caminamos en círculos: A pesar de los éxitos de Catherine Ibarguen, Nairo Quintana, Mariana Pajón y otros deportistas, el grueso se dedica al fútbol local, las ligas futbolísticas donde juegan los colombianos o las más famosas, y mientras las hay, eliminatorias o Copa América.
Por otra parte, parece mentira que el canal que llegó a tener ficciones exitosas a finales de los años noventas como La Viuda de Blanco o Perro amor, hoy sucumbe con propuestas dramáticas de tan cuestionable factura como Decisiones –sí, leyó bien, reciclaron esos dramatizados de tan mala calidad que emitió Caracol hace como 12 años- o Infieles. Y en el tema de otras producciones dramáticas, nos toca meter en el mismo saco a esa bazofia de Caso cerrado -que más sobreactuado no puede ser-, también reciclada de Caracol y hasta Crónicas de sábado, que a su vez recicla la estructura de dramatizados baratos con narración en off tipo Reportaje al misterio (circa 1997). Y para más Inri, Canal Uno entró de lleno en la “turcomanía”, pero con un par de telenovelas otomanas, a cual más aburrida de todas ellas.
Y mientras tanto, la deuda pendiente del canal es la programación infantil o juvenil ¿A quién se le pasa por la cabeza que los fines de semana es preferible ver dosis industriales de Caso Cerrado, el publirreportaje de la vida de la viuda de Martín Elías o el resumen de la telenovelita turca de sobremesa, en lugar de un programa animado? Hasta en eso les ganan los privados, así sea con la diezmillonésima emisión de Los Cuentos de los Hermanos Grimm o El Chavo del 8.
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Lastimosamente, para los hooligans del canal público comercial, el sol no se tapa con un dedo, y aunque es normal que se hayan hecho proyecciones de que no tendrá reportes positivos de ganancias sino entre 18 a 24 meses, yo creo que ni eso se logrará, si, so pretexto de no ser “el espejo de los privados”, se vuelve una copia barata de Wapa Tv o de cualquier canal desvencijado de la tristemente célebre Perubólica.
Como se quejan de que soy predecible en mis críticas, que todo lo veo mal y que fijo estas son “compradas” por los privados, siento decirles que ni me paga Caracol ni mucho menos RCN y mucho menos me voy a volver parte de un comité de aplausos y flores inmerecidas a algo que no solo está marcando cifras cercanas al ridículo (con todo lo falseables que pueden llegar a ser las mismas), sino también porque las cosas, quiéranlo asumir o no, no se están haciendo bien. Se han traído a muchas personas equivocadas, formatos infumables o en horarios de lo más imposibles.