Sara Corrales habla de su romance con Robinson Díaz

Sara Corrales habla de su romance con Robinson Díaz

La bellísima actriz no es como la pintan. Ni la escandalosa y mentirosa Jessica Antonieta de ‘Vecinos‘ y tampoco la mujer sin valores y mostrona que han tratado de vender.

Ella simplemente es una jovencita de 23 años, de pocos amigos, que adora estar en su casa; enferma por el gimnasio y que ahora debutará como actriz y cantante en Miami.

Aunque por los pasillos de Caracol se rumora que Robinson Díaz y Sara todavía están juntos, ella aclara que luego del escándalo, solo han grabado tres días juntos y que apenas se cruzan el saludo… Con el corazón abierto y con una sinceridad digna de admirar, nos permitió reconstruir algunos detalles desconocidos de lo que fue el peor momento de su vida.

En los últimos dos meses Sara vivió una pesadilla luego de que se hiciera público su romance de un año con el actor. Experimentó una “tristeza indescriptible” y se deprimió: sentía miedo de salir a la calle, dejó de comer, se encerró, no quería pararse de la cama y sus lágrimas no cesaban. Mercedes, su mamá, viajó desde Medellín para acompañarla, pues no iba a permitir “que mi niña se me enfermara por tanta tristeza”, dice la madre. “Era un susto inexplicable a estar sola, no quería que mi mamá se levantara ni a la cocina, yo le decía: ‘por favor, no me dejes sola’, era horrible…”.

Su tristeza tocó fondo cuando un día, mientras manejaba por la autopista norte -se dirigiría a una locación para grabar Vecinos- y luego de escuchar una emisora en donde la llamaban ‘zorra-corrales’, sufrió una parálisis leve y su mandíbula se le desencajó por los nervios. “La presión fue insoportable, cambié la emisora tres veces y en todas hablaban pésimo de mí, se referían en términos vulgares, con groserías y todo: ‘esta daña-hogares’, ‘perra’. Sentí que me iba a morir, no podía parar de llorar, me faltaba el aire y experimenté una presión en el pecho que me asustó. Me tocó detenerme, puse las luces de parqueo y luego la boca se me torció”.

Sara llamó a su mamá. Ella con palabras apacibles trató de calmarla y mientras intentaba respirar profundo y poner en práctica los ejercicios que le enseñaron de niña para manejar la tensión facial, toda la película que vivió con ‘Robin’, sí con su gran amor, le pasaba por la cabeza, como flashes, en microsegundos…

“Toda el agua sucia era para Sara. Me estaba volviendo loca, no me quería ni levantar, me llamaban de las revistas y decían que me iban a ayudar, ‘pero danos la primicia’. Mi celular no paraba de sonar; cuando salía de grabación, tenía 35 llamadas. Todos los comentarios eran en contra mía…”.

Sin embargo, lo acepta con vehemencia: “Me enamoré. Hubiera sido el error más grande de mi vida donde lo hubiera hecho por un capricho o por una aventura. Casi todo se puede justificar desde que sea con amor verdadero. No sería justo decir que fue un error.

¿Cómo la enamoró?

Me enamoré de las cosas bonitas, del trato, de las palabras, de los detalles. Por ejemplo, yo llegaba a la grabación, iba al camerino a vestirme y en mi bata había un chocolatito o una cartita de amor. Y cuando estaba enferma y me quedaba hasta el medio día en la casa, él me llevaba el almuerzo. Fue el hombre más maravilloso; el error fue enamorarme de un hombre casado.

¿El romance se inició en ‘Vecinos’?

Claro, yo compartía con él desde las siete de la mañana hasta las ocho o nueve de la noche todos los días.

¿Fue un flechazo inmediato?

No, fue de a pocos. Además de que es un hombre al que siempre he admirado, descubrimos que los dos somos de pocos amigos, mientras que el grupo de la novela iba para otro lado, porque rumbeaban y tomaban mucho, nosotros éramos más tranquilos. Teníamos en común el gusto por la salsa, por el teatro; siempre salíamos a almorzar cuando cortábamos grabación, íbamos con Amparo Conde, con Porras, con Juancho Arango.

¿Los dos son de muy buen humor?

Había química porque los dos somos chistosos y las escenas nos salían superbien. Él es bipolar, unos días llegaba de lo más amable y otros no. Todo el mundo le tenía miedo y me decían: ‘Sara, ahí llegó Robinson bravo, dígale algo’. Entonces yo le decía: ‘¿Qué, hoy desayunó alacranes?’ ‘¿Durmió con todos nosotros? Salúdenos’. Entonces lo empezaba a molestar y se moría de la risa.

¿Cuándo se dio cuenta de que ya estaba muy encarretada?

De un momento a otro comenzaron a salir chismes, pero todavía no había nada, solo teníamos una relación de amigos, bacana, porque nos la pasábamos juntos. Las cosas fueron cambiando, de un momento a otro. Algo pasó y eso fue una confusión horrible.

¿Se comenzaron a mirar diferente?

Sí, como que ‘¿usted está sintiendo lo mismo que yo?’ ‘¿Yo estoy sintiendo lo mismo que usted?’ Y todo fue un proceso, se fue dando muy poco a poco.

¿No se cuestionaba por la situación?

Yo decía ‘¡no, no, no!’ Y él también. Tratamos muchas veces de terminar. Yo le decía: ‘Merezco estar con un hombre que salga conmigo a la calle y que pueda decir esta es mi novia’, pero al día siguiente grabábamos a las siete de la mañana y  durante todo el día, toda la semana. De ahí salíamos para In fraganti y luego a reuniones de la obra y él se portaba como un príncipe y yo cada vez más enamorada.

¿Él qué le decía de su matrimonio?

Llegaba muchas veces a grabación muy mal y me contaba, sin yo preguntarle, que había peleado muy fuerte con Adriana, que lo había echado de la casa, que era una mujer muy cecelosa, compulsiva.

Fuente
El Tiempo